20130817

proyección

Dejar a la deriva el ruido
de mil explosiones destruyendo
ciudades de civiles, dejar
en el silencio de las madrugadas,
en las esquinas de una ciudad
(preferiblemente lejana al mar)
grabaciones en formato digital
hechas en casa
con las manos sucias.
Abandonar a los hijos de una sucesión
que pierde sentido, y que causa miedo
en la hora indicada
sobre la superficie plástica.
Deriva del ruido es recepción
de un silencio al que le metimos la manos
por la garganta para arrancarle un grito,
el que entregamos de manera gratuita
bajo el mobiliario urbano.

¿Podría Cristo haberse arrepentido de su sacrificio?

Luego desde una cabaña a kilómetros de distancia,
monitorear como agente de una película pasada de moda
la actividad permanente de un ruido huérfano
que ríe sin entender el chiste
y sin querer caminar hacia otros espacios.
Reflejar la actividad monitoreada desde una pieza pintada de blanco y con mucha basura.
Extirpar las letras hasta que se deformen en su tamaño, tomárlas
para que su porte sea mayor al del espacio
que deja en el cielo de NY un edificio que no está.

Dejar que hablen de nuestro ruido.
Extirpar hasta la última palabra de nuestros nombres tachados.

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